jueves, 23 de enero de 2014

Fantasías sexuales violentas y de sumisión.

Basándose en estudios científicos, un periodista estadounidense intenta derribar anquilosados estereotipos de la sexualidad de las mujeres.



Las mujeres no son monógamas ni sexualmente pasivas. Eso es lo que un periodista estadounidense asegura en un libro publicado esta semana en su país, y que intenta enfrentar estudios científicos a una serie de estereotipos de género que han relegado al mundo femenino de su verdadero impulso sexual.

En “What Do Women Want? Adventures in the Science of Female Desire” (¿Qué quieren las mujeres? Aventuras en la ciencia del deseo femenino), Daniel Bergner asegura que incluso las restricciones que socialmente se han aplicado a la sexualidad femenina, muchas veces han cegado a los mismos científicos que estudian el comportamiento de la mujer en cuanto a su libido. Ante esta realidad, asegura el autor, ellas han debido adoptar una nueva forma de comprender y hasta experimentar su vida sexual.

Por esto,  según la teoría de Bergner, la sexualidad femenina no es esa racional y equilibrada que se ha mostrado por años en la cultura popular, sino que tan básica y animal como la que se le atribuye al sexo masculino. El problema es que “el deseo de las mujeres es una fuerza subestimada y (socialmente) limitada, incluso en nuestros días, cuando todo puede parecer tan inundado de sexualidad, más allá de las restricciones”, escribió.

“Hemos logrado convencernos de que un género tiene que ver con la reproducción y otro, con el sexo. Es decir, las mujeres tienen que ver con la reproducción y los hombres con el sexo”, comentó el hombre, para quien la monogamia femenina versus el supuesto instinto de esparcir la semilla todo lo posible –que se le atribuye al hombre- es “un cuento de hadas”.

Como ejemplo, en su libro, el periodista menciona las investigaciones hechas por la sexóloga Meredith Chivers, quien utilizó la medición del flujo sanguíneo genital para evaluar los momentos de excitación de un grupo de mujeres, mientras a éstas se les hacía escuchar relatos eróticos heterosexuales, homosexuales y con personas desconocidas.

Pese a que las mujeres evaluadas habían asegurado sentirse más excitadas cuando se trataba de relaciones con una pareja a largo plazo –con compromiso y amor de por medio-, los resultados de Chivers demostraron que la libido aumentaba cuando se trataba de sexo casual con extraños.

A esto, se le suma otro dato de Bergner, quien en entrevista con Salon.com, comentó que la evidencia científica indica no solo que el deseo femenino es equiparable al masculino, prácticamente sin diferencias, sino que las hembras en distintas especies son muchas veces las iniciadoras del acto sexual, lejos del papel de pasivas que se le suele dar al también llamado “sexo débil”. Sin embargo, hay excepciones no ajenas a la polémica.

Un tema delicado: la fantasía de sumisión

Tal vez uno de los temas que más controversia causan en el libro, es el que se refiere a las fantasías sexuales de dominación que han aparecido en varios estudios, y que se presentaron en un 30% a 60% de mujeres que aseguraron tener ensoñaciones eróticas del tipo “el hombre salvaje” que no puede controlar su atracción hacia ellas, quedando indefensas a merced del desenfreno sexual del sujeto.

Esto, polémicamente llamado “fantasía de violación”, ha sido un tema que ha sacado ronchas entre las mujeres que ven estos estudios como una forma de promover los abusos sexuales, y bien lo sabe la sexóloga Marta Meana, quien entregó su testimonio en el libro de Bergner, explicando de mejor forma qué significa este deseo erótico: “Odio el término ‘fantasías de violación’. En la fantasía, controlamos el estímulo. En la violación, dejamos de tener el control. De lo que sí realmente se trata es de fantasías de sumisión”.

Por su parte, Bergner, fue enfático en aclarar que un “no” de una mujer, es un “no”, y que por ningún momento se está avalando la enfermiza idea de que al género femenino, secretamente, le gustaría que abusaran de él. Y encuentra una explicación a esta “fantasía de sumisión” en la vergüenza a la sexualidad que, socialmente, ha sido inculcada por décadas en las mujeres. De este modo, con la subordinación sexual,  ellas se sentirían “libres de culpa”.

“Una mujer, del mundo del arte de Nueva York me dijo: ‘Yo no podía comentar lo que tú dijiste (sobre la sumisión)  sin sentirme avergonzada. Como si mi erotismo me estuviera haciendo participar del sistema de patriarcado”, comentó la sexóloga.

Fuente: primerahora.com

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