Un juguete erótico podría definirse como
un objeto, accesorio o mecanismo construido y diseñado para aumentar la
excitación, complementar el acto sexual o autocomplacerse.
- Dildos o instrumentos fálicos,
vibradores, geles de masaje y lubricantes, anillos para el pene,
masturbadores en forma de vagina boca o ano, bombas de vacío, muñecos,
disfraces, azotadores, cuerdas y material bondage, juegos de mesa eróticos, bolas chinas y anales, espejos, arneses, “máquinas sexuales”,
pornografía, fundas para el pene, máscaras de látex…
Todo lo que nuestra perversilla mente imagine puede convertirse en un juguete sexual, pero ¿es esto algo novedoso?
En realidad no, los primeros consolades
que se conocen datan de la prehistoria y están hechos de piedra. Son
formas fálicas básicas y realmente no sabemos si se utilizaban en el
coito o como elemento sacro -igual que las venus o imagenes de desnudos
femeninos-.
Durante la época grecorromana la moda era
la madera, la cera y el bronce. Los dildos se untaban en aceite de
oliva para poder lubricarlos. De esta época se conserva gran cantidad
de documentación acerca de prácticas diversas en el sexo, como
ilustraciones y murales pornográficos y literatura picantona.
Por otro lado, en Oriente tienen una
larga tradición de aderezos sexuales. El Tao y el Tantra -filosofías
China e India- consideran el sexo como una fuente de energía, salud y
vitalidad. Desde hace milenios lo estudian como una disciplina higiénica
y espiritual y no se cortan ni un pelo en manufacturar jueguetes para
la pareja o la soledad. Complejos dildos de jade, cuerdas de seda,
perfumes afrodisiacos incluso intrumentos para ejercitar los genitales
acompañan a los orientales en sus juegos de cama desde hace siglos.
Mientras tanto, la europa medieval
escóndía la existencia del sexo -cómo si pudiéramos sacarlo tan
fácilmente de nuestras mentes- y todo el aparataje relacionado se volvió
secreto o prohibido.
No es hasta la época victoriana cuando la
juguetería erótica se redescubre y no por placer sino por cuestiones
médicas. Durante el aúge del psicoanálisis, se concluyó que la
ansiedad, el estrés o la deperesión en las mujeres eran causadas por una
patología denominada “histeria” y la solución pasaba por conducir a las
pacientes al “paroxismo histérico” -el orgasmo de toda la vida- que era
provocado por curiosos artefactos mecánicos, abuelos de los actuales
vibradores.
Nosotros pensamos que aquellas buenas mujeres no estaban histéricas, sino faltas de buen sexo y goce…
El siglo XX es otro cantar. Con la apertura mental gradual en occidente se fue mejorando e investigando la parafernalia erótica.
La aparición del latex allá por los años
30 desencadenó la industria condonera -antes los preservativos estaban
hechos de fibras intestinales animales o cuero – y la imaginería erótica
se desbocó.
Los dildos fueron convirtiéndose en
auténticos penes, cada vez más realistas o todo lo contrario, dildos
futuristas con tropecientas funciones, giros, velocidades y hasta musica
de Navidad -broma-.
Se desarrolló la juguetería para público
homosexual (femenino y masculino) y para dar rienda a las fantasías más
oscuras. Disfraces, nuevos materiales que simulan la piel humana,
baterías cada vez más pequeñas. Incluso existen vibradores con wifi
para usar en la distancia, resistentes al agua para la ducha o que
pueden conectarse al i-pod.
Hoy por hoy, los masturbadores masculinos
pueden tener forma de huevo y agrandarse hasta 30 cm y cualquiera puede
sentir el falo de un conocido actor porno entre sus piernas. Es
cuestión de lo que se quiera experimentar.
Pero si de verdad quieren saber lo que da
de sí la industria del entretenimiento para adultos, acerquénse a una juguetería y vayan probando, solos o en compañía.
Ya saben amigos ¡Menos teoría y más práctica!
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