Es clásico que en los juegos previos, en
el apartado de ‘manualidades’, el receptor o receptora de tales
caricias; o sea quien está siendo estimulado justo –justito- cuando está
en pleno disfrute y jurándose a segundos del orgasmo, pierda todo el
camino avanzado hacia el clímax porque su pareja cambió el ritmo de los
dedos o mano.
Obviamente surge una especie de ansiedad
por recobrar las sensaciones, incomodidad y por cuestiones de envío de
señales a nivel cerebral es probable que el estímulo no se perciba con
la misma efectividad o placer. Y claro, en el caso de los hombres puede
haber pérdida de erección. En cuanto percibimos que el estímulo que
resultaba efectivo cambió, pedimos casi a gritos: ‘No, no lo cambies’,
‘Como lo estabas haciendo hace un ratito… no así no, como hace rato…’
Digo, siendo la otra parte (quien
estimula), no negaremos que hay ocasiones en que estamos casi rezando
‘¡Por favor!, ¡que ya termine! ¡O se me va a necrosar la mano! De pronto
la mano, los dedos, antebrazo y cada músculo que se conecta, comienza a
estar adolorido, se cansa.’.
Que no te vuelva a pasar. Aquí los secretos:
Uno
Tomar una postura cómoda para la mano.
Mujeres, no esperen que los dedos de un hombre sean muy ágiles están de frente a él. Obviamente, de ese modo él tendrá que girar la mano (la muñeca) y su postura natural –que es con la palma hacia abajo- se perderá, requiriendo mayor esfuerzo. Literal, el cerebro identifica que requiere trabajar extra y se cansa más rápidamente.
Opten por estar de espaldas a él o a un lado. De cuchara, sentada o de pie, sobre el pecho de su pareja.
Para estimularlos a ellos, lo mejor es hacerlo de frente. En este caso hacerlo de lado, por ejemplo sentados a cada lado de la cama, o en el auto implicará más esfuerzo para los brazos. Denle comodidad a los músculos que se integran.
Para estimularlos a ellos, lo mejor es hacerlo de frente. En este caso hacerlo de lado, por ejemplo sentados a cada lado de la cama, o en el auto implicará más esfuerzo para los brazos. Denle comodidad a los músculos que se integran.
Dos
Para evitar que el cansancio los asalte justo cuando la otra parte está a dos de volar por las estrellas, administren el movimiento y su energía. Sé que no se puede pronosticar qué tanto se tardará esa persona en llegar al orgasmo; no hay estadísticas.
Hay días que en dos segundos
(inexplicables) ya llegamos y otros que nos toma una eternidad.
Entonces, lean su lenguaje corporal. Vayan poco a poco, además es más
provechoso en cuanto a funcionalidad y cuando vean que esa persona está
cerca, pueden apresurar el ritmo. Eso sí, si ven que él o ella están
disfrutando como locos, no lo cambien.
A veces la lentitud es más efectiva, si
tienen duda (y esa persona no se está expresando), pregunten de manera
sensual o hasta en un franco dirty talk, si quieren más rápido o más
intenso el movimiento.
Y Tres
Hablen. Exprésense. Algunas chavas se
sienten inadecuadas si comentan cómo están percibiendo los estímulos, en
ocasiones éstos son muy rápidos o demasiado lentos, o más allá de lo
intenso, y no decimos nada por el ‘detalle cultural’ que nos ancla: ‘Él
debe enseñarte qué y cómo DEBE gustarte’. Como si él habitara su cuerpo.
Nadie puede enseñarles qué les gusta y qué no. Se descubre.
Ningún hombre nace con instructivo integrado sobre cómo satisfacer a una mujer. Eso, es cuestión de descubrimiento también.
Por su lado, muchos hombres tampoco
suelen ser muy expresivos. Creen que hacer solicitudes a la ‘novia
santa’, a la chica ‘bien’ será majadero o la harán sentir de bajo
perfil. Nada qué ver. Con naturalidad, con confianza. Ella tampoco nació
sabiendo. Si algo les resulta incómodo o hasta doloroso, díganlo.
Simple.
Finalmente, ¿quieren que además esas
artes manuales cobre vida, doble vida?: utilicen lubricante. Unas
cuantas gotas y cada caricia se deslizará creando un mar de placer. Y el
efecto será tan bueno que sus manos se cansarán menos porque cada
estímulo tendrá mayor efectividad; menos ‘trabajo’ y mejores orgasmos.
Así que aplíquense. Darán otro panorama a esas maravillosas ‘manualidades’. Prueben. Y esas manos harán magia.
Fuente: elsyreyes.com
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