lunes, 27 de enero de 2014

Dedos mágicos. Que tus manos den en el lugar exacto.

Es clásico que en los juegos previos, en el apartado de ‘manualidades’, el receptor o receptora de tales caricias; o sea quien está siendo estimulado justo –justito- cuando está en pleno disfrute y jurándose a segundos del orgasmo, pierda todo el camino avanzado hacia el clímax porque su pareja cambió el ritmo de los dedos o mano.


Obviamente surge una especie de ansiedad por recobrar las sensaciones, incomodidad y por cuestiones de envío de señales a nivel cerebral es probable que el estímulo no se perciba con la misma efectividad o placer. Y claro, en el caso de los hombres puede haber pérdida de erección. En cuanto percibimos que el estímulo que resultaba efectivo cambió, pedimos casi a gritos: ‘No, no lo cambies’, ‘Como lo estabas haciendo hace un ratito… no así no, como hace rato…’
Digo, siendo la otra parte (quien estimula), no negaremos que hay ocasiones en que estamos casi rezando ‘¡Por favor!, ¡que ya termine! ¡O se me va a necrosar la mano! De pronto la mano, los dedos, antebrazo y cada músculo que se conecta, comienza a estar adolorido, se cansa.’.

Que no te vuelva a pasar. Aquí los secretos:

Uno

Tomar una postura cómoda para la mano.
Mujeres, no esperen que los dedos de un hombre sean muy ágiles están de frente a él. Obviamente, de ese modo él tendrá que girar la mano (la muñeca) y su postura natural –que es con la palma hacia abajo- se perderá, requiriendo mayor esfuerzo. Literal, el cerebro identifica que requiere trabajar extra y se cansa más rápidamente.
Opten por estar de espaldas a él o a un lado. De cuchara, sentada o de pie, sobre el pecho de su pareja.
Para estimularlos a ellos, lo mejor es hacerlo de frente. En este caso hacerlo de lado, por ejemplo sentados a cada lado de la cama, o en el auto implicará más esfuerzo para los brazos. Denle comodidad a los músculos que se integran.

Dos

Para evitar que el cansancio los asalte justo cuando la otra parte está a dos de volar por las estrellas, administren el movimiento y su energía. Sé que no se puede pronosticar qué tanto se tardará esa persona en llegar al orgasmo; no hay estadísticas.
Hay días que en dos segundos (inexplicables) ya llegamos y otros que nos toma una eternidad. Entonces, lean su lenguaje corporal. Vayan poco a poco, además es más provechoso en cuanto a funcionalidad y cuando vean que esa persona está cerca, pueden apresurar el ritmo. Eso sí, si ven que él o ella están disfrutando como locos, no lo cambien.
A veces la lentitud es más efectiva, si tienen duda (y esa persona no se está expresando), pregunten de manera sensual o hasta en un franco dirty talk, si quieren más rápido o más intenso el movimiento.

Y Tres

Hablen. Exprésense. Algunas chavas se sienten inadecuadas si comentan cómo están percibiendo los estímulos, en ocasiones éstos son muy rápidos o demasiado lentos, o más allá de lo intenso, y no decimos nada por el ‘detalle cultural’ que nos ancla: ‘Él debe enseñarte qué y cómo DEBE gustarte’. Como si él habitara su cuerpo. Nadie puede enseñarles qué les gusta y qué no. Se descubre.
Ningún hombre nace con instructivo integrado sobre cómo satisfacer a una mujer. Eso, es cuestión de descubrimiento también.
Por su lado, muchos hombres tampoco suelen ser muy expresivos. Creen que hacer solicitudes a la ‘novia santa’, a la chica ‘bien’ será majadero o la harán sentir de bajo perfil. Nada qué ver. Con naturalidad, con confianza. Ella tampoco nació sabiendo. Si algo les resulta incómodo o hasta doloroso, díganlo. Simple.
Finalmente, ¿quieren que además esas artes manuales cobre vida, doble vida?: utilicen lubricante. Unas cuantas gotas y cada caricia se deslizará creando un mar de placer. Y el efecto será tan bueno que sus manos se cansarán menos porque cada estímulo tendrá mayor efectividad; menos ‘trabajo’ y mejores orgasmos.
Así que aplíquense. Darán otro panorama a esas maravillosas ‘manualidades’. Prueben. Y esas manos harán magia.

Fuente: elsyreyes.com

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