Me
debo a mis principios. Por eso, no he dejado de pensar en todos
aquellos que me visitan día a día y por supuesto, los que se enganchan a
mí noche a noche.
Me
sorprende y a la vez me da mucha fuerza para seguir escribiendo cuando
leo en mi correo mensajes de toda índole. Gracias a vosotros esta
pequeña habitación está disponible para su uso y disfrute.
Puedo suponer que las fiestas han pasado como otras cualquiera. Espero que no hayáis perdido el tiempo.
Como regalo de reyes os puedo decir aquello que estáis
deseando leer, pues bien, si durante estas fiestas he tenido tiempo de
algo, ha sido para pensar en esas mujeres y esos hombres que llevan una
doble vida, como yo. Es lo que sucede cuando tienes que esconder un
secreto, que no sabes hasta qué punto podrás soportar el no contarlo.
He estado imaginándome
si mi vecino, ese que me desea y a la vez no puede verme, habrá entrado
alguna vez en mi rincón secreto. ¿Y si algún amigo o amiga es seguidor
asiduo a mi blog? En el fondo es eso lo que tanto me gusta de todo esto,
que nadie sabe quién soy yo. Incluso dudo en ocasiones de quién soy
realmente.
Y
también he tenido tiempo para pensar en esa otra cosa que además del
dinero, mueve el mundo. Sí, estamos hablando del sexo, ese todo poderoso
que genera en nuestra mente un estímulo y al que reaccionamos sin más,
como un canto de sirena que nos atrapa y nos dejamos llevar sin saber a
dónde ni las consecuencias. ¿Qué se esconde tras esas cuatro letras y
qué fuerza tiene sobre nosotros?
El amor es un sentimiento mientras que el sexo es una consecuencia de una reacción entre dos cuerpos que no necesariamente
tienen que atraerse. Y muchos, para conseguir el sexo, lo camuflan bajo
las otras 4 letras, el AMOR, que no tiene nada que ver con eso.
¿Podemos
vivir sin amor? ¿Y sin sexo? Podemos ser capaces de tener sexo con una
persona que no queremos, incluso con un desconocido, pero sin embargo,
¿seríamos capaces de querer a alguien y no tener sexo con él? Muchos
dicen que el sexo es el cúlmen
en la pareja, pero si hablamos de personas que ni siquiera se conocen,
¿estamos hablando de que en el fondo hay algo más allá que es lo que nos
atrae hacia esa persona y no a otra?
Sin
ir más lejos, hace cuestión de unas semanas él se cruzó conmigo. Entre
los paraguas y las bolsas llenas de buenos propósitos no me vio, sin
embargo, el corazón se aceleró. Cuando sigo viendo su coche allí
aparcado me arreglo el pelo y me humedezco los labios, pensando que me
puede ver. También pienso en esas tardes lluviosas que pasábamos
abrazados mientras el ruido de la lluvia de fuera nos invitaba a
olvidar el tiempo. Y sus palabras todavía retumban en mi cabeza como si
cada noche fuera la primera, como si nunca se hubiera ido, como si
todavía una llamada a media noche me dijera que sus manos van a recorrer
mi cuerpo y que sus labios besarán apasionadamente los mios otra vez.
Los días así, tan lluviosos y fríos, en los que apetece estar sentada en la cama, tapada con una manta, con el portátil
sobre las rodillas y con una copa de vino... No puedo olvidarle y menos
cómo me derretía en sus manos, la forma en la que me miraba... Y ahora
me encuentro sola, otra vez, esperando la llamada del otro, del que
quiero. ¿O no? ¿Es que yo también lo llamo amor, cuando en realidad a
quien hecho de menos es el Sexo?
Fuente: diariodelostaconesrojos
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