¿Cuál es el baremo que establece cuando se tiene mucho o poco sexo?
¿Se mide por orgasmos al día, al mes, al año? ¿Por la variedad del
compañero de juegos? Seguramente si cualquiera de nosotros le contásemos
nuestra vida sexual a un/a abuel@ por poner un ejemplo, nos tacharían
de ninfóman@s, o no, que a veces quien más calla más ha disfrutado.
Me comentaba el otro día mi amiga Palomita que consideraba que ya
había “follado demasiado en su vida”. Le pregunté que entendía ella como
demasiado y me contestó que más de lo normal. Y ahí surge otra pregunta
¿qué es lo normal?
Desde mi humilde punto de vista, me he tomado la libertad de hacer
una escala sexual, en la que creo que todos nos vais a sentir
identificados en alguno de sus escalones. Vamos allá:
Nivel 1: Asexual. Según la Wikipedia, las personas
asexuales no sienten atracción sexual o física hacia ninguna otra
persona y no sienten deseo por el placer sexual. En otras palabras: que
ni aún poniéndoseles desnudos delante Bar Refaeli (que tan de moda está
últimamente por Barcelona, no sé porque será…) o Matt Bomer tienen
deseos de tirarse encima de ellos y echarles lo que viene siendo un
señor polvazo. Por tanto, los asexuales son personas que ante la falta
de deseo sexual, tampoco se masturban.
Nivel 2: El sexo como obligación. Los que están
dentro de este nivel suelen ser personas con pareja, ya sean casadas o
no, que afrontan el sexo como una obligación. Es decir, mantienen
relaciones sexuales sólo porque no le queda otra, probablemente por
insistencia de la pareja. Aquí encajarían las personas que
frecuentemente menciono, los del domingo por la tarde con la luz
apagada. ¿Masturbarse o hacer sexo oral? ¿Estamos locos o qué? No tienen
iniciativa sexual alguna, se limitan a tumbarse en la cama y a optar
por ser como una muñeca hinchable con cara de fastidio. No penséis sólo
en chicas, hay hombres que también lo hacen.
Nivel 3: Ni fu ni fa. Aquí encajarían las personas a
las que les es indiferente el sexo, aquellas que si la pareja les
propone hacer algo no dirán que no. Incluso también encajarían esas
personas que cuando salen, si les entran a ellas y acaban teniendo sexo
pues bien, pero si se van a casa tal como han venido tampoco les
importa. Tienen poca iniciativa para proponer, y cuando están
enfrascados en el sexo destacan por actuar como si estuviesen haciendo
algo rutinario, como por ejemplo fregar los platos.
Nivel 4: Disfrutando del sexo. En
este nivel incluiría a las personas que sin que consideren el sexo como
una prioridad en su vida, cuando se ponen lo disfrutan. En el caso de
tener pareja les gusta disfrutar del sexo con ella con relativa
frecuencia aplicándose concienzudamente en la tarea. En el caso de
soltería, a estas personas les gusta tener una agenda a la que recurrir
de vez en cuando y, de esta forma poder saciar sus necesidades sexuales.
Nivel 5: El sexo como placer. Hemos llegado al nivel
que yo considero que es el ideal. En este nivel encajarían las personas
que incluyen el sexo como uno de los placeres de su vida, pero no de
boquilla ¿eh? No, un placer del que se disfruta. Los que tienen el sexo
como placer, aparte de buscar el propio, buscan el placer de la otra
persona. Son personas que siempre están dispuestas a disfrutar del sexo
ya sea en compañía o en solitario (al gusto de cada uno), lo necesitan
con mucha frecuencia. Son personas que siempre están imaginando como
hacer que la siguiente ocasión sea aún más placentera que la anterior,
buscan nuevas ideas, nuevas fantasías que llevar a cabo, no se ven
frenados ni por el momento ni por la situación, siempre ven de ello un
momento muy provechoso. Además, son personas que saben apreciar el arte
de la autosatisfacción, no lo ven como un sustitutivo, sino como un
complemento más del placer.
Las personas solteras que más se identifican con este nivel, son las que
tienen una amplia agenda de contactos para poder vivir variadas
travesuras sexuales.
Nivel 6: Ninfóman@. Ninfómana en el caso de las
chicas, sátiro en el caso de los chicos. Este es el extremo opuesto a la
asexualidad, en muchos casos estamos hablando de un trastorno. Estamos
hablando de personas que buscan el sexo incansablemente, que una vez que
han acabado quieren más, más y más. Bajo mi punto de vista el límite
que marca el hecho de que sea una enfermedad o no, reside en el hecho de
si el sexo provoca problemas en el día a día o no. Me explico, en el
caso de trastorno una persona puede incluso dejar el trabajo por irse a
“disfrutar” del sexo, gastarse todos sus ahorros en el sexo, etcétera;
situaciones que como llaman los expertos impiden el funcionamiento
social.
La otra vertiente de este último nivel serían las personas
hipersexuales, las que tienen una gran necesidad de sexo sin llegar a
ser patológico. Personas que a lo largo del día necesitan una cierta
“dosis” de sexo muy elevada pero, no influye en el funcionamiento de una
vida totalmente normal, es decir, quieren sexo en los momentos que se
lo pueden permitir.
Seguro que hay más niveles, pero creo que he sabido resumirlo
bastante bien. Ahora viene la pregunta, ¿en qué nivel os habéis sentido
identificados? ¿Qué nivel incluiríais vosotros?
Las fantasías, los deseos, la variedad… Todo está al alcance, recuerda: el límite lo pones sólo TU.