domingo, 21 de septiembre de 2014

El sexo y tu autoestima.

“Realmente no me siento cómoda teniendo relaciones sexuales con la luz prendida. Siento que se va a fijar en mi celulitis, mis muslos, o en mi pancita.



Me da miedo que vea estas imperfecciones y que deje de gustarle. Esto se ha convertido en un gran problema ya que él se enoja, dice que no siento ni vivo el momento. No me suelto y estoy preocupada por algo que a él realmente no le importa. ¿Seré la única que sufre a causa de esto? ¿Hay algo que pueda hacer?”
Se ha comprobado que la autoestima y la confianza en uno mismo están correlacionadas con una mayor satisfacción sexual con la pareja.
En el siglo XXI la imagen se ha convertido en una carta de presentación. Vivimos en una sociedad con estereotipos de belleza prácticamente inalcanzables para la mayoría y resulta muy difícil no tener un conflicto con nuestras formas corporales. Comparadas con las modelos que  muestran casi nunca somos lo suficientemente altas, delgadas, rubias, morenas o lo suficientemente encantadoras como para poder considerarnos mujeres bellas. ¿Cómo no sentirnos presionadas?
Para todas las chicas de ActitudFEM que quieren tener mayor confianza y poder aceptarse para mejorar su vida sexual aquí les compartimos algunos tips:

Aceptación y Comodidad

 Recuerda que tu cuerpo es tu vehículo, la herramienta con la que vas a poder compartir todo el placer la intimidad que se asocia con hacer el amor. Empieza por hacer afirmaciones positivas diarias. ¡Me gusta cómo me veo! ¡Me queda bien este color! De esta forma lo que crees lo proyectarás.

Entiende tu Sex Appeal

 ¿Sabes qué es esto? Tu sex appeal no tiene nada que ver con tu figura, ni con tu peso, tu altura o tamaño de senos. Está relacionado con lo que haces con tu cuerpo cómo lo enseñas. De ti depende la soltura y dominio que le des a tus movimientos. A tu pareja le encantará saber cómo disfrutas de ti mostrando seguridad sexual.

Bienvenidas las curvas

 No hay nada más sexy que una mujer pueda gozar de sus curvas y senos. Mujeres como Marilyn Monroe fueron aclamadas antaño por tener cuervos reales. Negar el tamaño de tus medidas y caer en un cuerpo pre adolescente te lleva lejos de poder llegar a disfrutar de tu sexualidad.

Estimulación Visual

 ¿Te has dado cuenta como a tu pareja le encanta verte desnuda? En diferentes estudios realizados en Estados Unidos en el 2012 se ha comprobado que los hombres responden más a la estimulación visual que las mujeres.
Un hombre enamorado te mira para admirarte y por mera excitación, no para juzgarte y criticarte. Se trata más de una situación personal de seguridad que la de tu pareja analizándote.

No eres un número

 ¿Cansada de subirte a la báscula? Una lucha inalcanzable contra los números. Se ha analizado como las mujeres más críticas, rígidas y exigentes con su cuerpo son las menos felices en sus relaciones. La aceptación y la comodidad con tu propio cuerpo es sumamente importante para el disfrute de tu sexualidad y pareja.

Conoce tu cuerpo

 Para sintonizar con tu sexualidad, es útil que te familiarices con tus genitales y con el aspecto que tienen. El tener un mal concepto de tus propios genitales automáticamente impacta en tu autoestima.
Las mujeres que se sienten bien con su cuerpo tienen seis veces más posibilidades de estar sexualmente satisfechas. Así que es momento de darte un tiempo para conocer aquellas sensaciones que disfrutas. Concéntrate en sentir tu sensualidad y no marcar el objetivo de tener un orgasmo.

Aprende a mirarte

 ¿Quién eres? ¿Cómo eres? ¿Qué admiras de ti? El primer paso para disfrutar de una sexualidad plena es aprender a apreciar y amar tu cuerpo. Cuando estés sola desvístete y mírate frente a un espejo.
Conéctate con tu cuerpo y valora la belleza de tu feminidad, tanto por dentro y por fuera. Observa tus atributos físicos, tu forma y tu talla. Aventúrate a caminar por tu cuarto desnuda sintiéndote cómoda. El que poco a poco veas la desnudez como algo “normal”, te ayudará a compartirla con ese alguien.

Consiéntete

 ¿Cuándo fue la última vez que te diste un gusto? Pasa tiempo a solas. Piérdete en tu tienda favorita, vete a tomar un café, al cine o caminar. Observa cómo disfrutas de tu compañía. Esto te permitirá relajar tu mente y enfocarte en ti. El descanso y la relajación son básicos para mejorar tu estado mental y reactivar tu sexualidad.

No solo des, recibe

 ¿Generalmente tratas de dar, procurar y mimar? Si este es tu caso, te invito a que te dejes consentir más. Que puedas exigir que tú también necesitas sentirte especial.
En cuanto a la sexualidad no estaría mal que empieces a decirle a tu pareja cómo quieres que te toque. De esa forma te familiarizaras con el poder gozar y disfrutar el sexo. Recuerda que si estás cómoda con el recibir es porque una parte de ti sabe que eres merecedora de esto.

Contra tus miedos

 ¿Te resulta incómodo hacer el amor con la luz prendida? Sin embargo él goza ver cada parte de ti. Comienza teniendo relaciones bajo la luz de una vela, son tenues y favorecedoras. Esto te hará sentir más sexy y cómoda. Al final de la velada puedes cubrirte con una batita ligera y femenina.
Todo a su tiempo y recuerda de no hacer algo que no quieres. El que te sientas con control y cómoda te llevará a confiar más en ti y en tu pareja.
Si quieres ahondar más en este tema, la Psicóloga Helena Lebrija, especialista en terapia emocional y orientación psicológica, da consultas en:

Londres 75- 401 d
Col. Juárez c.p. 06600, Méx. DF
Tel. 55142689
Mail: helenlebrija@hotmail.com
Twitter:   @helenlebrija
¿Te interesa buscar una ayuda psicológica? Descubre una guía para el bienestar emocional en www.ayudate.mx y entérate cómo lograrlo.

sábado, 20 de septiembre de 2014

El día que descubrí la eyaculación femenina.

Mi primera mañana del 2010 comenzó con una plática sobre pornografía mientras desayunábamos comida de la noche anterior.


Mi amigo escocés, que además es profesor de leyes, nos habló del squirting, un fenómeno en el cual la mujer podía eyacular como un hombre o algo así. En ese momento nos reímos de él y le dijimos que esos eran trucos del porno, ¡o del diablo! Pero una de mis amigas interrumpió y nos dijo que una vez le sucedió algo por el estilo, pero que el chico se fue muy enojado porque pensó que lo había orinado. Ah, ¡simple mortal!

El primer video que nos mostró fue el de la diosa Cytherea, y digo “diosa” porque creo que ella realmente es la diosa griega bajada del cielo. Esta mujer tiene la capacidad de tener orgasmos que podrían salvar algunos de los problemas del mundo. A pesar de los ojos en blanco, los chorros y estremecimientos de esta mujer y la terrible experiencia de nuestra amiga, nosotras seguimos pensando que eran trucos o que sólo era pipí.

Fue así que decidimos llamar una amiga sudamericana —que usualmente tiene la moral a dieta— para usarla como conejillo de indias con nuestro amigo escocés. Después de una noche de copas por el centro de Nápoles, volvimos a la casa de mi novio, donde decidimos encerrarlos y llevar a cabo el experimento. A decir verdad, no tardaron mucho. Nosotros esperábamos en la sala tomándonos el segundo último whisky cuando salieron. Al ver la sonrisa de satisfacción de mi amigo, corrí al cuarto a preguntarle a ella cómo habían salido las cosas. Se limitó a mostrarme una mancha enorme en la pijama que yo le había prestado (¡ew!) y asintió con la cabeza marcando con los dedos el número dos. ¡Ese cabrón la había hecho squirtear DOS veces!

Desde ese día, nació en mí una obsesión: yo también tenía que squirtear.
Leí innumerables artículos, vi millones de pornos y algunos tutoriales, de los cuales éste vale mucho la pena. El punto es que desde 2010 intenté todo de todo con mi novio. Que si la posición de la mano, que si yo arriba y él abajo, que si intentábamos durante 40 minutos hasta que se le acalambrara la mano, bueno, una historia que se resolvió hasta el 2013. Sí, ¡TRES AÑOS! Tres años de intentos e intentos que me habían hecho casi resignarme. Había leído que no todas las mujeres estábamos hechas iguales, que no todas podíamos y llegué a pensar que tener vagina no tenía ya ningún sentido.
Pero como siempre en el ciclo de la vida (Naaaaants Ingonya ♪), las cosas las encuentras cuando las dejas de buscar, así como por casualidad.

Resulta que un buen día a mi novio le llegó la idea suicida de casarse conmigo y entre otras cosas, le dije que si me iba a casar con él, primero tenía que quitarme todo tipo de ganas, entre ellas probar con una persona de color. Obviamente me mandó a volar, pero en unas vacaciones juntos pasamos por una sexshop y decidió románticamente regalarme un dildo negro ENORME como diciendo: “ A ver si muy salsa”. Regresando al hotel intentamos de todo, pero a mí esa cosa nomás no me entraba, así que terminé echándome para atrás y no volví a jugar al Mandingo durante todas las vacaciones.
De regreso en casa, un día tuve una visión. Bueno no, nomás estaba muy cruda y cachonda y cuando me quedé dormida soñé que squirteaba. Desperté con una mezcla de frustración, emoción y lástima que provocaron que lo interpretara como una premonición. Volví a la batalla, busqué más artículos y encontré un diagrama muy explícito de la anatomía de la vagina. Pensé: “¿Por qué dicen que no todas somos iguales o que no todas podemos hacerlo, si todas venimos equipadas con lo mismo?” No es que unas traigan un interruptor mágico y otras no. Además del diagrama, encontré un video muy chusco de unas viejitas, sí, ¡UNAS VIEJITAS! que me decían lo chido que era y lo fastidioso que era limpiar el tapete. ¡Ellas a mí!

Pues el video decía —como en todos los pinches lados donde había buscado—, que la clave era el clítoris y el punto G. La idea me prendió un poco, así que le eché una miradita a mi amigo Mandingo, que llevaba empolvado ya un rato. La verdad es que estaba más mojada de lo que me esperaba y esta vez, aunque a paso lento, el dildo comenzó a entrar casi por completo. Empecé a tocar mi clitoris al mismo tiempo que usaba el juguete y sentí que el dildo tocaba una campanita muy muy en lo profundo. Luego pensé que tal vez ese era mi punto G y que estaba tan dentro, que ni mi mano ni la de mi novio, ni la de King Kong podía tocarlo. Ese día había tomado mucha agua y comencé a sentir ganas de hacer pipí, pero la idea de orinarme mientras me masturbaba como premio de consolación si no squirteaba, me excitaba. Después de darle y darle y no lograr venirme, el brazo se me estaba acalambrando y pensé me iba a dar un paro cardíaco. Imaginé mi epitafio: “1986-2013. Murió de un infarto fulminante provocado por un enorme dildo. RIP”. En cierto punto nada más me solté, relajé todo mi cuerpo, me resigné y expulsé el juguete —con la vagina, naturalmente— y con él, se vino un chorro enorme que mojó las paredes y el espejo que tenía enfrente. Lo primero que pensé fue: “¡Puta madre! Ya me hice pipí”, pero no, algo me decía que eso no era pipí. Observé curiosa el líquido y no olía a pipí, lo cual era prácticamente imposible después de la Fontana di Trevi del alcohol que me había tomado la noche anterior; tampoco era amarilla, era blanca, imposible por la misma razón. La emoción me hizo repetir el experimento y ¡oh, sopresa! Cuando el dildo volvió entrar, sentí que mi cuerpo se estremeció, aunque no había tenido ningún tipo de orgasmo, mi vagina estaba cien veces más sensible y todo era mucho más placentero. Volví a repetir y repetir la técnica penetración-estimulación y expulsión del juguete una y otra vez hasta que alcancé un orgasmo con squirting. Eso sí, nunca dejé de hidratarme.

Moraleja: Todas podemos squirtear. Todas venimos con glándulas parauretrales, un punto G, un clítoris y músculos vaginales que bien entrenados, ya sea para contraer como para expulsar, pueden hacer maravillas. El chiste es encontrar a ciegas dónde te acomodaron los muebles. El secreto está en nunca dejar de experimentar, sola o acompañada, con juguetes o con manos, en todas las posiciones posibles y sobre todo, como en todos los grandes deportes, la paciencia y la perseverancia juegan un papel fundamental.

Inténtalo. ¡Que la fuerza te acompañe!

Fuente vice.com

viernes, 19 de septiembre de 2014

¿Puedes convertirte en multiorgásmica?

Ser capaz de tener más de un orgasmo seguido en la misma relación sexual no es algo que esté al alcance de todas. Sin embargo, hay algunos trucos para intentar lograrlo.


Los orgasmos múltiples son algo que muchos científicos han negado en muchas ocasiones. Sin embargo, los estudios más recientes avalan su existencia, ya que una mujer no necesita el mismo tiempo de recuperación de un hombre, y además porque la anatomía del clítoris permite que cuando se alcanza el orgasmo pueda seguir estimulándose obteniendo igualmente placer. Pero ahora que ya nos hemos desecho del que cabe era uno de esos estigmas de los muchos que persisten sobre la sexualidad femenina, cabría destacar si en realidad una mujer puede convertirse o no multiorgásmica. Sabemos que hay mujeres que ya disfrutan de ello, pero ¿Han nacido así, o se han hecho a sí mismas de este modo?

No hay una respuesta fácil. La anatomía humana no es exactamente idéntica en todos nosotros. Así que cada mujer puede sentir con más facilidad o con menos, y esto podría estar muy relacionado con tener orgasmos simultáneos. Pero por muy difícil que nos lo ponga nuestro cuerpo, también hay muchas investigaciones científicas que avalan el hecho de que las mujeres que se conocen bien a sí mismas tienen mayores probabilidades de alcanzar un orgasmo múltiple. No se trata de una simple teoría, sino de una propuesta que parece tener mucha lógica si la pensamos bien y que además tendría todo el sentido del mundo para aquellas que sueñan con esa posibilidad de llegar a ser multiorgásmicas.

Si pensamos bien en lo que supone ser multiorgásmica hay que tener en cuenta que se trata de una cualidad que se logra tocando las teclas correctas. Solo una mujer que se conoce bien sabe lo que debe hacer para proporcionarse placer. Y es ella quién debe indicarlo a su pareja. Al fin y al cabo cada una de nosotras es única y puede tener puntos diferentes a los que estimular para dar en el clavo. Por otro lado una vez que la mujer alcanza el orgasmo, el clítoris excitado está completamente lleno de sangre. ésta en lugar de disminuir enseguida, se mantiene así durante un buen rato, y es justo ahí en dónde está la clave de volver a alcanzar un nuevo orgasmo, en seguir estimulándolo como nos gusta. Pero para saber lo que nos gusta, el primer paso que debemos dar es conocernos, y no hay mejor que la masturbación para lograrlo. ¿No te parece? ¿Te apuntas a intentar conseguir ser multiorgásmica?

jueves, 18 de septiembre de 2014

El secreto para gozar más y mejor.

¿Qué es lo que nos permite disfrutar de una actividad placentera o, por el contrario, nos produce pura frustración? ¿Por qué a veces la mente y el cuerpo responden, pero otras veces no? Lo analiza una experta.


La sexualidad es una función que involucra los aspectos biológicos, psicológicos, sociales y espirituales del ser humano, que le permite relacionarse con otra persona en el nivel más profundo, le brinda un placer que no puede obtener de otras formas y, lo más importante, le permite crear una nueva vida que le garantiza su trascendencia. Pero, ¿cuál es el misterio que nos permite a veces disfrutar de una actividad sexual intensa y placentera y otras, en cambio, nos produce pura frustración? ¿Por qué a veces la mente y el cuerpo responden y otras veces no?

El secreto se basa en la química de nuestro organismo. Cada sensación corporal o emocional que tenemos (placer, miedo, ternura o rabia) son la manifestación de cambios químicos que se producen en el organismo y que vamos incorporando al cerebro mediante procesos de nuestro intelecto.

Todo empieza en el cerebro

Las sustancias llamadas neurotransmisores son biomoléculas que conectan químicamente unas neuronas con otras. Promueven indirectamente la producción de otras sustancias químicas químicas del propio cerebro o de órganos más alejados.
Sexualmente, las personas somos un procesador bio-psico-social y espiritual de sustancias químicas como la adrenalina, las endorfinas, la oxitocina, los estrógenos, los andrógenos y cientos de otras. Estas sustancias deben mantener un saludable equilibrio para que nuestra sexualidad funcione adecuadamente.

Existen muchas situaciones en las que este equilibrio se rompe. Por ejemplo, cuando  se experimenta una gran ansiedad por el propio desempeño sexual porque hay un deseo de agradar a la pareja, cuando se teme repetir una experiencia displacentera o cuando no existe con el compañero sexual un grado suficiente de confianza que habilite el diálogo y la confidencia, las glándulas suprarrenales producen una sustancia llamada adrenalina que tiene efectos de alerta en el organismo.
La sensación adrenalínica de alerta es contraria a las producidas por las hormonas sexuales (estrógenos, testosterona, oxitocina, endorfinas) y es tan potente que muchas veces su efecto neutraliza a las demás, sobre todo si la causa de su producción no se resuelve y el estrés continúa en el tiempo, se transforma en distrés o alerta crónica. En estos casos las relaciones sexuales dejarán de ser agradables, producirán una gran inseguridad y hasta ganas de evitarlas, lo cual dará origen a una mayor descarga de adrenalina, o sea, más estrés. Se cierra el círculo del no placer y del conflicto con la pareja.

Los orígenes

A mediados del siglo XX, un científico americano llamado John Money investigó las respuestas amorosas de diferentes especies animales y también de humanos. En base a sus investigaciones escribió un libro que tituló Los mapas del amor. Allí analizaba el comportamiento de las personas en su búsqueda de pareja y su estilo de vincularse.

Uno de sus hallazgos más interesantes fue que en el cerebro del humano, y también de animales de mayor desarrollo en la escala zoológica, existían recuerdos o improntas, que él llamó “patterns” relacionados con las más tempranas experiencias de relación, desde el mismo momento del nacimiento. El bebé humano o el cachorro de la especie animal guardaba en la memoria sensaciones e imágenes del modo en que había sido tratado por los primeros seres con los que se había vinculado. Estas primeras experiencias “amorosas” serían determinantes del estilo de futuras experiencias que buscaría para su vida.

Como estos recuerdos estaban grabados en un nivel subconsciente o inconsciente, aunque este individuo al crecer sintiera desagrado o sufriera por ese tipo de relaciones, no podía evitar continuarlas, repetirlas y aún buscar otras personas que reiteraran el mismo estilo de vinculación con él.

Los que se acostumbran al dolor

¿Cómo se podría comprender la búsqueda reiterativa de dolor, sufrimiento emocional o maltrato? Parecería ser que la química lo impulsa a la reiteración y a la continuidad de lo conocido. Existe un refrán popular que dice “más vale malo conocido que bueno por conocer” y se refiere precisamente a esta situación de temor al cambio.

Todo estrés implica una descarga de adrenalina desde las glándulas suprarrenales. En este sentido existen personas que viven en un estado de estrés casi permanente, llamado distrés, y se acostumbran a esa sensación. Están haciendo esfuerzos para adaptarse y continuar operando de este modo pero como lo hacen desde siempre, mantienen esta situación como una costumbre o como su forma habitual de vida y se podrían sentir muy extrañas, incómodas y hasta angustiadas si la situación cambiara, aún para bien.

De este modo, podemos entender algunos vínculos amorosos que no son “tan amorosos” y que incluyen maltrato físico, verbal, sexual, psicológico o económico, que se perpetúan en el tiempo. En esos casos, es necesario realizar un tratamiento profesional que ayude a modificar esos hábitos o costumbres y  aprender a crear nuevas improntas o “patterns”. Esto permitirá tener una sexualidad más saludable y plena, además de una mejor calidad de vida.

Por la doctora Beatriz Literat, médica sexóloga de Halitus Instituto Médico.

Fuente clarin.com