Las personas, somos un fascinante
conglomerado de actitudes, creencias, deseos y aspiraciones. Comprender
por qué nos enamoramos de un hombre o una mujer y no de otros, es un
desafío que ha llamado la atención de los psicólogos durante mucho
tiempo.
Las emociones se arraigan en nuestro
cerebro de un modo que es difícil de comprender, pero son ellas las que
se adentran de un modo implícito, y casi mágico en nosotros mismos, en
nuestra personalidad y nuestros deseos.
La atracción se basa en ocasiones en unas necesidades de las que no somos conscientes, en unas aspiraciones y unos deseos que, de pronto, aparecen definidos en un tipo de personas y no en otras.
Veámoslo más detenidamente…
EL CEREBRO ENAMORADO
Cuando indagamos en esos procesos que se
suceden en nuestro cerebro cuando estamos enamorados, la magia pierde
quizá un poco de su encanto para desplazarse a ese mundo más frío donde
nos vemos determinados por la química, por esa mezcla maravillosa de
neurotransmisores capaz de causarnos esa sensación tan conocida de
“estar en las nubes”. Las endorfinas, las encefalinas y la
feniletilamina son las responsables de nuestra euforia y felicidad,
ellas quienes nos dan una inyección de emociones positivas. Pero ¿Qué
activa estos procesos, qué hace que nuestro cerebro se fije en un tipo
de persona y no en otra?
Teoría 1: Similitud familiar
En ocasiones, nos atraen personas que nos
hacen sentir bien porque nos recuerdan, en algún aspecto, a nuestros
progenitores. Algo así nos aporta seguridad y confianza. Sentimos
atracción porque nos son familiares, y estar con ellas nos envuelve de
una sensación de agradable afinidad.
Teoría 2: Correspondencia
Otra teoría es la de la “correspondencia”
según los científicos a la hora de enamorarnos, pesa mucho el compartir
experiencias similares, el haber pasado por las mismas cosas, el tener
gustos y valores semejantes. Es un buen modo de elegir un compañero/a
para nuestra vida donde todos esos aspectos, nos hacen más fácil y
apasionante la existencia. Es otro tipo de afinidad muy enriquecedora.
Teoría 3: Admiración
En ocasiones, la admiración por alguien
se traduce en amor. Es esa persona que nos sirve de espejo, ahí donde
vemos virtudes, aspiraciones o dimensiones que siempre hemos querido
para nosotros y que, de algún modo no hemos alcanzado. Sería aquí por
ejemplo donde aparecen las atracciones con personas que son muy
diferentes a nosotros mismos: en ocasiones nos atraen personas seguras
de sí mismas, extrovertidas y emprendedoras, mientras nosotros, somos
más inseguros y algo tímidos. Los polos opuestos se atraen porque en el
fondo, se complementan y llenan las necesidades de cada uno.
Teoría 4: Cuestión de química, cuestión de glándulas
Muchos estudios asumen la importancia de
las llamadas feromonas. Son sustancias secretadas por algunas glándulas
presentes en los labios, las axilas, el cuello, las íngles…
imperceptible sustancias que las personas podemos percibir sin que nos
demos cuenta, gracias a un órgano llamado vemoronasal, independiente del
sentido del olfato. Es un olor que crea sensaciones, algo único en cada
persona y que, de alguna forma, también nos determina.
Estas son las teorías más habituales que
se establecen a la hora de hablar del enamoramiento, esas que hacen que,
tal vez, nos sintamos atraídas por un determinado tipo de personas y no
de otras. El que sean las acertadas o no es algo que nos dirá el tiempo
y nosotros mismos, cuando esa fase cegadora del enamoramiento pierda su
intensidad, sus nubes y sus destellos… haciéndonos ver la realidad.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com
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