miércoles, 19 de febrero de 2014

Los expertos aseguran que las mujeres se excitan más con las palabras que los hombres.

María Helena contesta el teléfono. Al otro lado está su esposo, Camilo, un piloto que viaja todas las semanas por su trabajo. Es el fin de un largo día. Ella está en Bogotá. Él, en Buenos Aires.


Para compensar la ausencia de Camilo, ambos realizan a través del celular lo que se conoce como sexy talking o sexo al oído, una práctica en la que este sentido y la voz son protagonistas. Se busca, con las palabras, excitar a la pareja y, por qué no, hacer el amor. Quienes lo practican lo hacen a través del celular o por Skype, pero sin usar el video, pues la idea es dejarle todo a la imaginación. Es común no solo entre parejas adultas, sino entre adolescentes, pues los ayuda a desinhibirse.
Las razones por las que se practica sexy talking hoy son muchas. La psicoanalista Inés Bayona enumera dos: “A este tipo de medios se pasan las personas porque no tienen tiempo para estar cerca de sus parejas o porque, debido a la distancia, hay dificultad en los encuentros. Es una manera de decirle al otro: ‘Acá estoy y me importas’ ”.
Según expertos, las mujeres sienten mucha más empatía por esta práctica. Desde la perspectiva de género, el oído de la mujer y del hombre es distinto, dice Laurent Marchal, psicólogo magíster en Ciencias de la Familia y la Sexualidad y profesor de la Universidad Konrad Lorenz. “La mujer –afirma– tiende a ser mucho más auditiva, le gusta que le hablen y que le digan cosas. Ella se puede excitar con palabras y ciertas expresiones”.
De hecho, el cerebro de las mujeres concentra un 11 por ciento más de neuronas auditivas y del lenguaje que el masculino, afirma Alberto Domínguez, neurólogo de la Universidad de Pamplona.
“El cerebro femenino recibe cantidades muy altas de estrógenos y progestágenos, que estimulan un crecimiento mayor de las zonas del cerebro que controlan la comunicación –dice Domínguez–. El masculino, en cambio, recibe testosterona, que inhibe en gran parte ese crecimiento, en lugar de incentivarlo. En las mujeres las palabras llegan directo a los centros de activación del estímulo y el placer”.
Eso no quiere decir que los hombres no sean auditivos, pero como es sabido les atrae más lo visual. “Les gusta ver un cuerpo desnudo –dice Marchal–. Una mujer puede excitarse más que un hombre leyendo algún cuento erótico. Ellos lo hacen con una revista pornográfica”.
En todo caso, expertos sostienen que el sexy talking no debe ser sobredimensionado. Es, más bien, una práctica natural de un mundo mediado por la tecnología en el que se conquista y se juega con el otro de formas novedosas, hasta hace 15 años insospechadas.
Para Bayona, estos medios de encuentro son una manera más de expresión de afecto y sentimientos, y una forma de estar con la pareja. “Se puede generar expectativa y deseo, y estimular la imaginación para un encuentro sexual posterior”.
Esta práctica es también una herramienta para los tímidos. “En ciertos contextos es más fácil decir las cosas por teléfono o incluso escribirlas –sostiene Marchal–. A las personas les da miedo quedar en evidencia por señales físicas particulares que suceden cuando hablan de temas sexuales, como ponerse rojos o sudar”.
En el caso de María Helena y Camilo, quienes no tienen hijos y llevan cinco años de casados, el sexy talking comenzó cuando se dieron cuenta de que la distancia mataba su vida sexual.
“Yo era un poco tímida, pero me fui soltando con el tiempo. Ahora compartimos las fantasías que tenemos y ponemos a volar la imaginación. Sabemos que eso que hablamos lo podemos convertir en realidad cuando él llega de viajar”.
Sin embargo, el sexy talking puede tener connotaciones negativas (léase recuadro). No hay que olvidar, concluye Bayona, que el contacto físico con el otro es vital. “Dejar que una relación sea exclusivamente por un medio virtual, puede indicar que hay dificultades”.

No se deje presionar

Para practicar el ‘sexy talking’ usted y su pareja deben estar dispuestos a hablar de sexo abiertamente. No presione. Muchas veces las personas no se sienten seguras o no quieren practicarlo, pero por no perder a sus parejas ceden y se ven envueltas en situaciones intimidantes.
“Se trata de respetar lo que el otro siente. A veces puede pasar que con una persona no se sienta cómoda, pero con otra sí”, acota la psicoanalista Inés Bayona. A lo que el psicólogo Laurent Marchal agrega: “Es vital llegar a un acuerdo, que se mantenga el respeto y se establezcan reglas”.

¿Cuándo es algo dañino?

Aunque los especialistas son enfáticos en que este tipo de comportamientos no son anormales, en ocasiones pueden tener connotaciones negativas, e incluso tratarse de una patología.
“Sucede cuando la necesidad de acercamiento a otra persona es tan miedosa y dolorosa que la única manera de estar con ella es por este medio”, dice la psicoanalista Inés Bayona.
También es negativa cuando es el resultado de restricciones familiares o prohibiciones y se vuelve la única forma de conexión con la pareja.

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