La mirada tiene un gran
poder de comunicación entre dos personas. El placer de mirar a los ojos
de alguien es uno de los más estimulantes a nivel afectivo porque el
grado de intimidad y de conexión que se alcanza a través de este simple
gesto es máximo siempre que existe un sentimiento equitativo por ambas
partes.
Tanto en el amor como en la amistad, el placer de mirar a los ojos de otra persona aporta autoestima, reconocimiento y gratitud.
En una sociedad tecnológica en la que muchas personas pasan más tiempo
frente al ordenador o el teléfono móvil que hablando cara a cara con
otra persona sin que haya interrupciones tecnológicas, conviene recordar
el valor de lo evidente para establecer relaciones auténticas que
surgen del corazón.
La capacidad de expresión de la mirada
La mirada muestra parte de la interioridad de un ser humano. A modo de lenguaje
corporal, expresa y comunica sin decir palabras. Como bien muestra el
juego de la seducción, por ejemplo, por mucho que alguien quiera
disimular sus sentimientos por otra persona, lo más probable es que
tarde o temprano, su brillo en los ojos le delate. El efecto de la mirada en la seducción es notable.
El poder de una mirada es tan fuerte que existen momentos
en los que sobran las palabras y lo más adecuado es no decir nada. Sin
embargo, una mirada también es una forma de consuelo en un momento de
tristeza por ejemplo.
Estar más cerca del otro
Mirar a los ojos de otra persona es una forma de estar más cerca de su mundo y de su forma de sentir.
Pero además, mirar a los ojos es un gesto de respeto hacia la persona
que tienes delante de ti. La tecnología es muy positiva hasta que no nos
convertimos en esclavos de ella.
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