He estado dando talleres de sexualidad a
adolescentes y he quedado impresionada con la desconexión entre la
cantidad de información que reciben (a través de internet, de todo lo
que hablan entre ellos de sexo, que es en verdad desproporcionado, de la
pornografía increíblemente fuerte y extrema a la que están expuestos) y
la cantidad de mitos que tienen, obviamente producto, entre otras
cosas, de las fuentes poco confiables de donde reciben información sobre
sexo y sexualidad.
Inspirada en eso, he estado volviendo a
los conceptos más básicos con respecto a la sexualidad y continúo,
aclarando los mitos más comunes con respecto a la sexualidad femenina:
· La virginidad se define por la presencia de himen: Se
tiene la idea que el himen es una muralla que se derriba difícil y
dolorosamente durante la penetración. En realidad es himen es una
membrana, es decir, una “telita” frágil, delgada e incompleta que está a
la entrada de la vagina que tiene distintos grados de elasticidad. En
el extremo de la poca elasticidad, es tan frágil que generalmente se
rompe en algún momento durante la vida, sin ningún dolor y sin
necesidad de penetración, usualmente por una caída, un esfuerzo grande
que se hace, por andar en bicicleta, a caballo, es decir, producto de
una infancia normal. En el otro extremo están los hímenes que por
cuestiones de elasticidad resisten hasta el nacimiento del primer hijo. Y
por supuesto, todos los casos intermedios porque, cada himen es tan
diferente como cada mujer.
Tomando esto en cuenta, no podemos tomar
la presencia o ausencia del himen como prueba de virginidad porque a
veces sin haber tenido penetración el himen ya no está y a veces
habiendo tenido penetración, el himen sigue presente.
· Las mujeres se masturban introduciendo algo en su vagina: Esto
parece contraintuitivo, y hasta cierto punto lo es. Parece no tener
sentido el hecho que la manera en que nos reproducimos, el objetivo para
el que evolucionó el sexo, produzca naturalmente orgasmos en los
hombres y no en las mujeres.
El problema surge porque los seres
humanos somos únicos en el reino animal. Nadie camina en dos patas y al
mismo tiempo erecto como nosotros (algunos animales andan en dos patas
pero no erectos). Para poder caminar como caminamos, los seres humanos
sufrimos una transformación importante en nuestra estructura media
(cadera y pelvis). En este movimiento, el clítoris, que anteriormente
estaba dentro de la vagina (como en el resto de los animales
superiores), quedó fuera de la misma.
La vagina sólo tiene sensibilidad en el
primer tercio (donde se ubica el punto g). El resto del tejido no tiene
sensibilidad (lo que se siente durante la penetración es el cuerpo
registrando presión por lo que tiene dentro y si la penetración es
profunda, se percibe por la sensibilidad del cérvix, pero la vagina en
sí, no siente. Para lograr la masturbación, la mujer necesita estimular
el clítoris, que es, junto con el punto g, los tejidos capacitados para
producir orgasmo.
· La “primera vez” es dolorosa:
Nada de lo biológico debería doler. Si duele el corazón o respirar o
digerir, es porque algo está mal. El mismo criterio se usa con la
relación sexual. Como regla, la relación sexual no debería ser dolorosa
nunca.
En el caso de la primera vez, tiende a
doler precisamente porque creo que me va a doler, entonces me pongo
tensa y tenso las paredes de la vagina, y por el miedo al dolor no me
relajo y disfruto por lo que no lubrico adecuadamente. Adicionalmente,
si a veces es sin pensar o sin planear puedo estar en un lugar incómodo
física o emocionalmente y esto tampoco hace del evento algo relajante y
placentero, sino, todo lo contrario. Si uno se prepara física y
emocionalmente, puede lograr una buena primera experiencia, lo cual
ayuda a que uno inicie con buen pie su vida sexual.
Fuente tusexosentido.com
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