Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo, nos
explica por qué, para el varón, la penetración es la conducta sexual
por excelencia, algo fuertemente asociado a su autoestima y su confianza
personal. Las diferencias de género y los cambios con el correr de los
años.
Está “marcada a fuego” en el imperativo
sexual masculino y aunque los sexólogos insistamos en la importancia de
todo el encuentro, la regla es, tener sexo es penetrar.
Virilidad y confianza personal
La penetración representa la potencia, la
fuerza y la actividad viril. Cuando falta por la disminución, o la
pérdida de la erección, golpea en el corazón mismo de la subjetividad
masculina. El hombre que penetra se siente seguro de sí mismo, y aunque
tenga pocas experiencias sexuales, sabe que apenas la necesite estará
presente brindándole confianza.
Las bases de la conducta de penetración
hay que buscarlas en los determinantes biológicos (procreación) y en las
representaciones sociales y culturales que a lo largo de los siglos
fueron construyendo la identidad sexual masculina (género). Sin embargo,
el hombre fue favorecido por la libertad a tener contactos sexuales sin
fines procreativos, lo cual determinó un reconocimiento precoz del
cuerpo erógeno y la repetición de la conquista amorosa placentera.
Los hombres gozaron de la permisividad
social para conseguir ganancias emocionales para sí mismos y competir
con otros machos por los logros obtenidos.
Si en el principio de la historia el
“buen macho” era el “mejor semental”, la apertura al goce erótico
permitió separarlos en “buenos” o “malos” amantes. Las mujeres, en
cambio, tuvieron que luchar (y aún lo siguen haciendo) para salir de los
lugares comunes esperables (pareja, maternidad, cuidado de los hijos) y
empezar deuna vez por todas a disfrutar de su cuerpo, la autonomía y el
poder del sexo.
Vigorosos y fuertes
El vigor es la energía de la fuerza
física. El vigor varonil se nutre de la motivación y la búsqueda de
objetivos. Es una palabra muy cara a lo masculino y a la potencia
sexual. Perder el vigor es “ser impotente”. Un varón debe nutrir
constantemente la energía ya sea generando actividades y/o sintiéndose
seguro en el sexo.
La proyección futura y la potencia sexual
son los alimentos más preciados para la reafirmación de Sí Mismos. El
hombre que no puede cumplir con estas pautas se siente frustrado,
“inútil” frente a la vida y el sexo. Y aunque los años limiten la fuerza
y la energía muscular, la necesidad de encontrar refuerzos positivos en
actividades de toda índole, incluyendo el sexo, serán prioridades a
desarrollar.
La edad virilLa fuerza y el vigor en el
sentido más riguroso del término no se mantienen de la misma manera
durante toda la vida. Si nos atenemos a cuestiones estrictamente físicas
las funciones orgánicas comienzan a depreciarse después de la cuarta
década de la vida. Es sabido que los niveles de testosterona comienzan a
bajar luego de los treinta, pero es un mito pensar que la depleción de
esta hormona es causa de problemas en la erección en el adulto mayor. El
varón puede seguir siendo tan vigoroso como en sus años mozos, sólo que
va a espaciar sus encuentros porque el deseo se verá retardado para
retomar un nuevo encuentro. Sin llegar a ser metrosexuales, la afluencia
de público masculino de mediana edad, o mayores, a gimnasios, controles
nutricionales y hasta alguna cirugía estética nos demuestran las ganas
por mantenerse atractivos y fuertes a pesar del paso del tiempo.
Además muchas mujeres jóvenes gustan de
hombres maduros que han sabido “amasar” experiencia, cuidado personal y
por qué no, un poco de dinero. Estas mujeres esperan que sus hombres se
comporten en la cama como mixtura del caballero y del salvaje, razones
válidas para que ellos se preparen con más ahínco que antes, cuando aún
no existía el Viagra, ni los gimnasios, ni lo grupos de respiración, ni
de running.
Cuidarse es la prioridad
La extensión en la expectativa de vida
compromete a los varones a estar mejor con ellos mismos, a cuidarse para
una mejor calidad de vida. Está plenamente aceptado por el encuadre
social que un hombre que se cuida tiene más chance de conquista. Exhibir
la decadencia es sinónimo de abandono: “Si no se cuida no voy a
pretender que cuide de mí”, “quiero estar con un hombre íntegro en todo
sentido, no con pedazos que voy recogiendo después de cada cumpleaños”,
“es muy bueno, pero dentro de unos años en vez de la mujer, voy a ser la
enfermera”.
Creo que de todos los paradigmas de la
“nueva masculinidad” los de la prolongación en el tiempo de la fuerza,
el vigor y actitud juvenil, son los que más aceptación han tenido en
ambos géneros. Ya no hay rechazo al hombre que se tiñe, se cuida la
piel, hace gimnasia, se controla periódicamente el colesterol y toma
Viagra para lograr una buena y segura erección.
Dr. Walter Ghedin. Médico psiquiatra. Sexólogo
Fuente: clarin.com
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